lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Podemos es de izquierdas?

- ¡Hola Clara!

- Hola Pedro. ¿Cómo te va?

- Pues en ti venía pensando precisamente. Acabo de escuchar otra vez en la radio que Podemos es un partido de extrema izquierda y que por ello debe darnos miedo. ¿Es así?

- De ninguna manera, Pedro. Verás, para discutir esto bien habría que reconocer que no sabemos nada y empezar por definir qué es eso de ser de izquierdas y qué es eso de ser de derechas, cosa que nadie va a hacer. Después, como mínimo tendríamos que cuestionar esa petición de principio según la cual todo movimiento o todo partido se sitúa dentro del mismo marco de coordenadas ideológicas, es decir, dentro de la lógica de izquierda y derecha. Además, habría que preguntarse si estar en un extremo de la línea o en el otro es bueno o malo de por sí y, por último, plantearnos si lo que dice Fulanito o Menganito sobre la posición ideológica de Podemos es cierto o no. ¿No te parece que sería lo adecuado para empezar a discutir?

- Sin duda. Está claro que respecto al deber ser no hay quien compita contigo, Clara, pero vayamos al ser de nuestra sociedad. Los tertulianos nunca definen qué es eso de izquierda o derecha y eso no les impide abusar de los dos términos, sin embargo tú has dicho que es lo primero que hay que hacer para poder hablar de ello.

- Elemental, querido Pedro. Si no sabemos de lo que estamos hablando, ¿cómo nos vamos a entender? No obstante, a un tertuliano de la televisión o la radio no le preocupa eso, no le preocupa la verdad ni la rigurosidad, lo que le interesa es imponer sus ideas a quien le escucha. ¿Cómo? Ya hemos dicho que evitan descaradamente definir aquello de lo que hablan. En ese sentido recuerdan tanto a cierto sofista que se hacía pasar por experto en la virtud sin siquiera saber qué es la virtud...

- Si no saben qué es, ¿por qué le dan tanta importancia? ¿Por qué no paran de repetir lo mismo sin dar un solo argumento o definición?

- Ya lo sabes, Pedro. En el mundo de la política, los términos “izquierda” y “derecha” son dos maravillosos ejemplos de lo que se denomina “significante vacío”. Hablamos de dos palabras que están en boca de todo el mundo, pero que significan cosas totalmente distintas en función de los intereses y formas de pensar de los sujetos que las utilizan o las escuchan. “Izquierda” no significa lo mismo para unos que para otros, pero además de ser un significante vacío, “izquierda” es una marca identitaria, que es lo que más nos interesa en este momento. Tú mismo reconoces que cuando alguien dice que Podemos es de izquierdas sobran los argumentos. Esto es así porque normalmente cuando hablamos de izquierda y derecha no nos estamos refiriendo a una serie de hechos objetivos, sino a una identidad política que uno puede adoptar como propia (o no) de la misma forma que se siente identificado con un equipo de fútbol u otro.

- También  te la pueden imponer. Las cabezas más visibles de Podemos no paran de negar que el partido sea de izquierdas porque algunos no paran de acusarles de ello. Es más, dicen, como UPyD, que no son de izquierdas ni de derechas. ¿Eso significa que son de centro o que buscan captar a los que se identifican con el centro?

- Si hablásemos de UPyD, responderíamos afirmativamente a las dos preguntas: el partido intenta crear un nuevo espacio político entre los dos extremos del eje ideológico, pero sobre todo quiere atraer a todo aquel que no se identifique ni con lo que se supone que es de izquierdas ni lo que se supone que es de derechas. Es decir, ante todo hablamos de una cuestión identitaria, no de elementos objetivos. Por eso partidos como el PSOE o UPyD un día están en la izquierda y otro en la derecha. En el caso de Podemos, sin embargo, no deberíamos decir lo mismo porque aunque ciertas palabras nos suenen parecidas, el discurso apunta en otra dirección.

- ¿Qué dirección es esa, Clara? Porque a diferencia de UPyD, con un discurso similar en lo que al posicionamiento ideológico se refiere, Podemos está consiguiendo mucho más. Por no hablar de las esperanzas que ha despertado…

- Cierto. Precisamente ocurre por lo que te decía: aunque ambos digan que no son de un lado ni del otro, la intención de los dos grupos es radicalmente distinta. Ya hemos visto que UPyD busca ganarse un electorado sin salirse del mapa político-ideológico de hoy en día. Quiere presentarse como algo nuevo, pero dentro de las viejas coordenadas. Podemos, sin embargo, plantea otra cosa distinta: su idea no es abrir un espacio dentro del marco actual, sino patear el tablero, cambiar el marco. Cuando Podemos dice que no son de izquierdas ni de derechas no caen en la trampa de decir que son de centro, sino que cambian la identidad política que le proponen asumir: “tampoco somos de centro, somos los de abajo y vamos a por los de arriba”. Es decir, Podemos no se autolimita aceptando las identidades políticas tradicionales, quiere superarlas, quiere crear otras nuevas. Unas que permitan a la ciudadanía ganar y recuperar las instituciones. Eso no se puede conseguir diciendo “yo soy la auténtica izquierda/derecha”, porque esas etiquetas están copadas por los partidos tradicionales y la mayor parte de la población ya no se identifica con ellas. Hasta ahora han sido las herramientas preferidas de los partidos de la casta para conseguir que la población les vote, no por lo que han hecho o vayan a hacer, sino por la idea o identidad que representan. El PSOE, por ejemplo, no tiembla ni suda cuando dice que son de izquierdas, pese a que coincidan una y otra vez en temas de gran calado (especialmente la economía) con la derecha. Dicho de otra forma: al ser una cuestión identitaria, no hay nada que el PSOE pueda hacer que le quite automáticamente esa etiqueta, que sea considerado de la izquierda o de la derecha depende exclusivamente del relato que construyamos entre todos: medios de comunicación, personajes políticos, ciudadanía… Por eso cuando se trata de acusar a Podemos sobran los argumentos, lo que importa es que se les quede pegada una etiqueta que los convierta en minoría social, que los margine en un rinconcito del espectro político, que impregne el partido entero de un tufillo que produzca rechazo sin saber muy bien por qué.

- Aun así no has explicado por qué es tan importante para los partidarios del PSOE y del PP encasillar a Podemos en la extrema izquierda, junto a bolivarianos y etarras (perdón por la risita que se me ha escapado).

- Sí lo he explicado, pero no lo he explicitado. El PSOE y el PP tienen un problema enorme ahora mismo, y es que por un lado pierden a sus votantes tradicionales y, por el otro, lo que pierde uno no revierte en el otro para volver a recaer en el primero en las siguientes elecciones. Se ha roto el círculo vicioso. PSOE y PP dejaron de ser vasos comunicantes porque ha irrumpido una fuerza nueva que es capaz de trascender las identidades políticas que sistemáticamente otorgaban la victoria a uno de los dos. Sin Podemos, hoy estaríamos contemplando el mismo panorama descorazonador de siempre: el PP diciendo que es de centro y ganando las elecciones, el PSOE diciendo que es de izquierda y perdiendo pero todavía con muchos votos, IU y UPyD ganando unos pocos escaños para seguir siendo oposición minoritaria… Todo muy cómodo, muy conveniente para los poderes visibles e invisibles que gobiernan el país. Por eso, entre otras cosas, no pueden hacer otra cosa que decir, de todas las formas posibles, que Podemos “es como nosotros”.

- ¿”Como nosotros”? Más bien lo condenan a la marginalidad del extremismo. O lo intentan.

- Por supuesto, pero dentro del marco en el que ellos se mueven. Al PP le conviene asustar a sus votantes, movilizarlos con el miedo para que le voten. Qué mejor que asustar con que van a ganar los que quieren comer niños, la extrema izquierda, los que siempre han intentado acabar con España. Al PSOE le viene muy bien ese discurso, nada mejor para ellos que Podemos se convierta en una especie de IU al nacer, un partido destinado a la oposición perpetua porque su identidad, la impuesta y la que ellos mismos se dan, no atrae más que a un mínimo porcentaje de la población. Una lástima que en Podemos conozcamos el juego y nos neguemos a jugar. Por eso los grandes partidos de la casta no pueden soportar a Podemos, porque si consigue cambiar las coordenadas identitarias puede obligarlos a tomar medidas e incluso puede llegar a revertir la situación, condenándolos a ellos a la marginalidad política. Se la están jugando y lo saben. Si la gente prefiere construir una nueva política y desterrar la vieja, con la que está cayendo a PSOE y PP les faltan argumentos para defender lo viejo. Conclusión: “son como nosotros”, serán jóvenes, pero pertenecen a nuestras mismas coordenadas. Tan desesperado como arriesgado.

- ¿Arriesgado? ¿Por qué? Hasta ahora les ha salido bien. Hace unos años bastaba que alguien te asociase con ETA para que desaparecieses del mapa político.

- Pero ya no, Pedro. Las viejas mentiras cada vez confunden a menos. La gente normalmente teme los grandes cambios o le dan pereza. Eso se acabó: la situación y la percepción que la gente tiene de la misma es tan mala que la mayoría no es que esté dispuesta a un cambio drástico, es que lo está exigiendo (por mucho que el PP se esmere en cambiar la opinión de la gente a golpe de manipulación y “brotes verdes” que solo ven los ricos). Más les valdría perder bien, asumiendo responsabilidades, depurando a los corruptos, sumándose a la ola del cambio. Si se empeñan en perder como hasta ahora, tirando del viejo libro de instrucciones del bipartidismo, la catástrofe en forma de pérdida de militantes y de votantes puede ser mayúscula. Ha llegado la hora de los partidos que escuchan a la ciudadanía, ha acabado la de aquellos que solo se dirigen a la gente para ponerles límites, asustarles y mentirles. Es tristísimo comprobar cómo los intereses de partido, la mentalidad electoralista, les impide ver o incluso plantearse perseguir la verdad. El abuso del maquillaje les ha nublado los ojos.

- Creo que he entendido, Clara: mientras Podemos y la ciudadanía consigan centrar el debate en la política, la economía y los argumentos racionales, lo más probable es que ganen. Sin embargo, si los votantes nos dejamos seducir por las identidades que nos proponen los dos grandes partidos de la casta, lo más probable es que sigan ganando pese al desprecio que han manifestado un día sí y otro también por los ciudadanos y las ciudadanas de este país.

- Efectivamente, Pedro. Como siempre, tenemos ante nosotros una decisión fundamental: tomar el camino de la razón o el de las emociones. ¿Estaremos dispuestos a ignorar o incluso luchar contra las emociones que nos contagian desde los medios de comunicación y los partidos del régimen, o nos dejaremos llevar por el sentimiento identitario y el miedo para cometer los mismos errores que nos han traído hasta aquí? Por primera vez en la historia de la democracia, los ciudadanos y las ciudadanas tenemos la posibilidad de ganar. La oligarquía político-financiera ya no define completamente las reglas de un juego en el que siempre gana. Es nuestra hora de reclamar ese poder divino que nos regaló Eva al desobedecer al Gran Macho: ahora somos nosotras, las personas normales, las que ponemos el nombre a las cosas.

- Ni izquierda ni derecha, los de abajo contra los de arriba.

- Eso es, Pedro, eso es.