jueves, 16 de abril de 2009

El "show" de Obama.

Obama comparece casi a diario ante los medios. Cuando anuncia una medida, los periodistas contratados por los grandes oligopolios mediáticos aplauden y difunden las buenas nuevas. El mensaje no importa, cuando contemplamos al nuevo super-héroe americano hasta las malas noticias son recibidas con agrado y complacencia. Si él no lo evitó, nadie puede: la inevitabilidad exculpa a este personaje de cómic de cualquier responsabilidad negativa. Los periodistas no presentan más que un pedacito de información estéril que mejor podría transmitir una cámara sola, sin pastores ciegos a su alrededor que traduzcan e interpreten para sus ovejas . La maquinaria mediática, si no sus mercenarios, se encargará de descontextualizar toda información para darle el trasfondo que requiere el mensaje que verdaderamente quieren transmitir.

Cuando se acercan al fenómeno Obama, los grandes medios de difusion muestran una conformismo y una ausencia de crítica absolutamente escalofriantes. Las voces disonantes o bien se pierden en el laberinto del mercado (que sustituye a la censura en los países "desarrollados") o son minimizadas, marginadas y ridiculizadas. Es lo que ha ocurrido con Fidel Castro en los últimos días.

Este nuevo capítulo del show presidencial de Obama parece diseñado para, entre otras cosas, atacar al gobierno de Cuba, ocultando para ello el bloqueo criminal tras una rama de olivo que ya veremos si es auténtica o falsa. Obama continúa legitimando las acciones del gobierno de Bush, entre otros, al convertir asuntos como el de Guantánamo en meras opciones políticas: al "cerrar" esa cárcel de tortura y no perseguir a los responsables, convierte semejante espectáculo macabro, este crimen contra la humanidad, en una mera política pública que, eso sí, considera equivocada. Lo que implícitamente significa que los derechos humanos son una especie de potestad de la que dispone el presidente de Estados Unidos.

Sin embargo, en su comunicado, la Casa Blanca alude al cumplimiento de los derechos humanos en Cuba para que el receptor del mensaje crea que ese es el motivo del bloqueo y las sanciones económicas, dignas de un país en guerra. Y el hecho de aflojar dos de las leyes de la administración Bush que estrangulan la isla (concretamente la de viajes de familiares residentes en EEUU y la del envío de remesas hacia Cuba) dejando el bloqueo intacto convierte, gracias a la magia de los medios de comunicación, al verdugo-agresor en caballero-justiciero-dialogante. Y cuando una voz disonante y con cierto eco, la de Fidel Castro, nos recuerda que el bloqueo sigue ahí y sin motivo, los creadores de opinión se ponen manos a la obra. Primero, convierten el mensaje de Fidel, cargado de contenido, en un par de frases dignas de un viejo enfurruñado con su gato. Llega a parecer que Fidel se opone a esa pequeña apertura. Todos los medios occidentales comparten esta técnica, sean públicos o privados. También coinciden en la segunda parte de esta estrategia de desestabilización y adoctrinamiento: después de convertir el rechazo de Fidel al bloqueo en rechazo a cualquier apertura por parte de Estados Unidos, después de incidir varias veces en este hecho, son entrevistados varios cubanos que muestran su total conformidad con la medida de Obama, en especial la referente a los viajes de familiares. Plantean estos hechos de tal forma que la opinión de Fidel parece chocar con la de su propio pueblo. Fidel Castro aparece como el "malo" de este show, mientras que su protagonista, Obama (que en realidad es el actual responsable del bloqueo) es el "bueno". A los lobotomizados tertulianos les da pie a infinitas discusiones estériles acerca de si al gobierno cubano le viene bien el bloqueo económico para mantenerse en el poder. Justifican y legitiman con ello la flagrante violación de los derechos humanos y del derecho internacional que suponen leyes como la Helms-Burton.

Es un nuevo ejemplo de cómo los grupos empresariales tipo PRISA mienten, no sólo administrando noticias en función de sus intereses, sino administrando también memorias, las memorias de los lectores/oyentes/espectadores. Lo que un medio de comunicación se empeña en recordar u olvidar resulta más importante que la noticia en sí, que aquello sobre lo que se decide informar. Fernández Liria lo expresa magníficamente en "Periodismo y crimen. El caso Venezuela 11-4-2002": "El trabajo sobre la memoria ciudadana administra los contextos de la información, de modo que es muy fácil hacer que la misma información, según lo que se recuerde o se silencie, signifique una cosa o la contraria". Por tanto concluimos que la intención de la noticia transmitida por los medios acerca de este suceso entre Obama y Castro no era informar acerca del hecho en sí (la noticia carece de importancia para los medios), sino transmitir un mensaje de rechazo hacia el gobierno cubano y adoración hacia el estadounidense (que efectivamente logran transmitir si el lector/oyenete/espectador no acude a las fuentes originales). Oponerse al imperio implica enfrentarse a sus amigos y clientes: el bloqueo parece ser culpa de la propia Cuba por autodeterminarse, mientras que el responsable de que se mantenga, Obama, aparece abriendo la mano, sometiéndose por voluntad cristiana al diálogo con un monstruo al que la mayoría de la prensa todavía califica de Presidente de Cuba (cuando no de dictador). La voluntad de informar de la que hacen gala los medios privados es inversamente proporciona a su nivel de impunidad. Chesterton lo advertía ya en 1917:

"Hasta nuestros días se ha confiado en los periódicos por ser portavoces de la opinión pública. Pero muy recientemente, algunos nos hemos convencido, y de un modo súbito, que no gradual, de que no son en absoluto tales. Son, por su misma naturaleza, los juguetes de unos pocos hombres ricos. El capitalista y el editor son los nuevos tiranos que se han apoderado del mundo. Ya no hace falta que nadie se oponga a la censura de la prensa. La prensa misma es la censura. Los periódicos comenzaron a existir para decir la verdad y hoy existen para impedir que la verdad se diga".

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