domingo, 29 de marzo de 2009

El desarrollo del capitalismo en América Latina

A continuación un pequeño resumen sobre el libro "El desarrollo del capitalismo en América Latina" de Agustín Cueva:

El desarrollo del capitalismo en América Latina y el Caribe estuvo y está determinado por las condiciones históricas concretas en las que se desenvuelve. La fase de acumulación originaria (el establecimiento del divorcio entre el productor directo y los medios de producción) comenzó aquí, América Latina, una vez el capitalismo central había entrado en su fase imperialista. Este hecho, sumado a la incapacidad de imponer el capitalismo mediante una revolución democrático-burguesa que destruyera de manera efectiva los cimientos del antiguo orden, determinará el complejo proceso de transición hacia una sociedad capitalista donde prevalezca un modo de producción concreto: la vía oligárquica o reaccionaria dependiente de desarrollo del capitalismo. La principal particularidad de esta es que no consigue transformar por completo las estructuras precapitalistas, sino que las subordina al capital, manteniendo una heterogeneidad estructural visible en los diversos modos de producción que conviven, asentando su evolución en la pauperización de los productores directos y los trabajadores. El resultado son economías “híbridas”, cuyo grado de “hibridez” determinará el ritmo del desarrollo. Insertas en la división internacional del trabajo que les reservaba el puesto de economías primario-exportadoras complementarias del capitalismo industrial del capital central, incluso el naciente capital industrial de los países latinoamericanos estará sometido a los vaivenes de la actividad primario-exportadora, sujeta a su vez a los avatares del capitalismo imperial y sus ciclos económicos. Los efectos que se desprenden de esta situación son principalmente tres: la desnacionalización de las economías dependientes, la aplicación “extremista” de las contradicciones y desigualdades del capitalismo y el desarrollo basado en las necesidades de las economías metropolitanas (no las propias).
El Estado liberal-oligárquico resultante, expresión superestructural del proceso de implantación del capitalismo, será de carácter no democrático, autoritario (pese ser teóricamente liberal), como el proceso que lo generó. Consecuentemente, en un primer momento y hasta bien avanzado el siglo XX las luchas sociales estarán encaminadas (y limitadas) a conseguir una democracia, una transformación efectiva de la estructura agraria y a impulsar medidas nacionalistas en oposición a la dominación imperial. Mientras, el Estado oligárquico se encarga de supeditar a los elementos de poder precapitalistas y de eliminar cualquier alternativa progresista de desarrollo del capitalismo. Los grandes comerciantes exportadores e importadores junto al capital monolítico extranjero sellan la alianza que conformará al nuevo bloque dominante, eje fundamental del desarrollo reaccionario del capitalismo. El nuevo Estado aparece como el instrumento de esta nueva oligarquía. La coacción extraeconómica se hace necesaria. El carácter reaccionario del desarrollo del capitalismo era incompatible, evidentemente, con las vías democráticas: hasta las capas medias se veían marginadas del proceso y sometidas a una inestabilidad permanente.
El fin de este Estado oligárquico y el cambio de fase hacia una simplemente burguesa dependerá de cada matriz estructural, de la relación que cada país guarda con el exterior y de la correlación de fuerzas sociales y la orientación que va adquiriendo la lucha de clases. La revolución democrático-burguesa no es más que una alternativa histórica que no tiene por qué darse para que se desarrolle una economía capitalista. En el caso latinoamericano, donde la principal vía de acumulación de capital fue el sector primario exportador, el sector industrial nunca se atrevió a llevar a cabo una transformación profunda, se detuvo en el mero reformismo. La gran acumulación de contradicciones que se originan determina el sentido de la lucha de clases, cuya primera expresión significativa será la rebeldía del campesinado en proceso de proletarización. Estos movimientos, aunque lograron grandes gestas, serán incapaces de estructurar un proyecto global de reordenamiento de la sociedad. La propia estructura desigual y heterogénea del subdesarrollo determina una gran variedad de situaciones. Incluso el proletariado propiamente dicho encontrará dificultades para insertarse en la estructura de la sociedad y no desarrollará una conciencia propiamente proletaria hasta la fase post-oligárquica, cuando las estructuras de clases adquieren un carácter más capitalista. Estas clases proletarias lucharán en un primer momento por una democracia, pero dada la índole de estos grupos, esta lucha incluirá muchas medidas sociales que van más allá de la simple democracia liberal.

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